a Arturo que su sensibilidad le acercará a las almas delicadas. Pero se percibe la falta de convicción con que se dan estos ánimos, a modo de palmadita piadosa en la espalda de un enfermo. De sobra sabían los muchachos de natural tímido que aquellasimiente«quelanaturalezaregalaalnacer»,causantede rubores, tartamudeos, ojos huidizos y manos sudorosas, no pertenecía precisamente a la especie de las que a un hombre convenía cultivar. Si de un don innato se había convertido en un