sabían, las pobres lo que les esperaba. Pero yo las veneraba en secreto. Fueron las heroínas míticas de mi primera infancia. En los años que estoy estudiando, la muchacha que soñara con «vivir su vida» en seguida se daba cuenta de que le resultaba másprudenteconservarencerradoaquelpropósitoenlazona de los anhelos inconfesables, como un tesoro que se convertiría en bazofia al exponerlo a la luz. Graves males ha deparado al mundo esta alocada rebelión de