peor que la enfermedad y no acababa una de quitarse de encima aquella pesadilla de las genuflexiones gimnásticas, la tarta de manzana y los bodoques e iniciales bordados en el embozo de la sabanita infantil. Que quién sabe si no sería precisamente eso lo que pretendían nuestrasmonitorasalconcedernostantoplazo:irnosencariñando con la ilusión del marido abstracto, padre del bebé no menos abstracto que dormiría cubierto por aquella sabanita, irnos minando arrestos para afrontar nuestra entrada en el mundo laboral