silencios que se instalaban a veces entre ambos como una barrera cuyos cimientos jamás se investigaban. Y toleraba de mejor o peor grado que él siguiera saliendo con los amigos, yendo al café de noche y sabe Dios si teniendo alguna aventura con la que consolarse detantoestancamiento.Empezabanlasriñas,lasmedias verdades y las lágrimas, las discusiones cerradas en falso con algún beso furtivo, que acentuaban la sensación de agobio. Y así se llegaba al día de la boda. Totalmente a ciegas.