tendía a romper el ritmo, a quebrar la danza. Jano hizo un último esfuerzo para reconocer la dulcísima música de las esferas. Creyó, por un momento, que era muy parecida al primer tiempo del concierto para oboe y cuerdas en la menor, de Vivaldi, peroseequivocódenuevo.Acabópornosaber si eran instrumentos o voces delicadísimas las que interpretaban la melodía. ¿Pero acaso había intérpretes? Jano sólo oía sonidos, vibraciones y, soñando,