ni recordaba haber sudado; ella tampoco lo había mencionado. Todo es muy extraño, se dijo volviendo a concentrarse en el televisor sin mover un músculo. La pantalla esplendía entre las sombras de la sala con una luz nerviosa y blanquecina. Tiempodespués,undíaenqueregresabapor tren cerca ya de la medianoche, éste se detuvo a las afueras de una pequeña ciudad. Viajaba acodado en la ventanilla, dando la espalda a un compartimento agobiado de conversaciones cruzadas