va a ser de mí ahora?--). Una brevísima tiritona hace temblar las gotas de sudor que flanquean el cabello en la frente y en las sienes. Las lágrimas desdibujan el reflejo en las pupilas y se vierten por el ángulo externo del ojo. No pestañea, no mueveunmúsculodelacara;sólocuandolainmovilidad anega su padecimiento cierra los ojos y abate la cabeza, quién sabe si conmovido por su desolación. El gesto de sus manos cuando recoge