en que la televisión había terminado su programa y él no deseaba acostarse todavía. Miraba desde la oscuridad del cuarto de atrás, con la ventana abierta al patio de vecindad y el cuba libre sobre el alféizar. Era una noche de verano alahoraenqueelfrescordesciendedelcielo sobre el rescoldo de un día ardiente. Algunas ventanas estaban iluminadas. Ninguna al alcance de su vista con excepción de la que lucía en un piso inferior. Se hallaba abierta