parecerse tanto a la mala literatura. Pero era ella: Angela Vicario 23 años después del drama. Me trató igual que siempre, como un primo remoto, y contestó a mis preguntas con muy buen juicio y con sentido del humor. Era tan madura e ingeniosa, quecostabatrabajocreerquefuerala misma. Lo que más me sorprendió fue la forma en que había terminado por entender su propia vida. Al cabo de pocos minutos ya no me pareció tan envejecida