--desarraigado como estaba-- pensaba ir a las oficinas del Consulado Italiano para legalizar su situación, bien acogiendose al estatuto de refugiado o para gestionar --de acuerdo con las relaciones académicas que ya mantenía con Italia-- un permiso de residencia. Hacía algunos días que había decididonoregresarasupaís.Sehabíaconvertido en un apátrida y su situación legal era absolutamente irregular. De prolongarse, corría el riesgo de que lo devolvieran automáticamente a su país. También