obediencia incondicional a mis caprichos, no toleraré que te retrases ni siquiera un segundo. Se despide sacandote la lengua, por vicioso y por guarro, tu enojadísima Aggie Cuando el viejo y malencarado camarero calvo me sirve el Vichy menta, los aleteos en el interior de mipechoresuenancomoelpéndulodeunreloj:en el periódico olvidado por un cliente en la mesa vecina, compruebo, súbitamente aterrado, que es miércoles y al mirar la hora, descubro, más aterrado