tomar el fresco a la ventana a altas horas de la madrugada y había divisado una silueta inclinada sobre la parte baja de la pared del inmueble contiguo: un sujeto de pelo rizado y negro, del que no consiguió ver la cara pero que, de eso estaba seguroypodíajurarlo,noeraenningúncasodelos nuestros. Había diseñado unos misteriosos mensajes y, al concluir, renovó la operación unos pasos más lejos. Así lo refirió a sus colegas el día siguiente