y en el recreo miramos un poquito por encima del hombro a las otras compañeras que saltan a la comba como tontas sin problemas de conciencia y sin preocupaciones. Ya en aquellas preocupaciones incipientes, que en muchos casos se convertirían con el correr de los años en obsesiva carga, seintuíaqueparalasmujereselsacramentodelapenitencia iba a ser más riguroso que para los hombres. Rigores no por más habituales menos sutiles y complejos, ya que mediante el ejercicio de la ceremonia confesional, casi siempre insatisfactoria, la