diera gusto. Pero para la elegida, por muy decente y modosa que fuera, dar gusto a la futura suegra no era tarea tan fácil. Enamorarse de su hijo entrañaba la osadía de intentar destronarla, o al menos así lo interpretabanmuchasmadres,queeranlasqueiniciabanlaagresividad En la postguerra los chistes de suegras constituyeron una verdadera plaga, burdo reflejo de una opinión que consideraba como síntoma de rebeldía y de mala condición el afán de una joven por