se hallaba y de la persona que le acompañaba. Se dejó extraviar en la selva oscura de los sonidos, en el laberinto de los ecos del alma, en los acordes que siglos atrás un humano le había arrancado a la Divinidad para goce y condenación de lospropioshumanos.Descendióalosabismosdela melodía y volvió a salir a la luz purificado. El violín lo había arrancado de lo negro con unas notas más llamativas, lo atrajo de nuevo hacia el mundo, hacia