madurar en un estilo. Cuando lo supe me reí, pues no concebía que aquella gracia negra y feliz de tu mirada pudiera anunciar concentración alguna, Arte alguno. Creo que pasaron unos cuantos días hasta que tú, Francesca, me lo demostraste sin que yo te lo pidiera. Acudíaporprimeravezatucasa,aaqueloscuro caserón de Via Cappuccio, y cuál no sería mi sorpresa --mientras subía por la amplia escalera de piedra-- cuando desde arriba me llegó el sonido