probable era que los celos hubieran hecho mella, una vez más, en Betina. Quizá no había olvidado las palabras que Adriana le había dirigido a Jano la noche anterior, aquella alusión que hizo a la carta que escribía a Francesca. Pasaron dos horas. Betina no sólo no acudióalacitasinoquenoregresóalbalneario. Así que emprendió lentamente el descenso por la ladera sin salir de su asombro. Una vez más había sido víctima de una de aquellas repentinas reacciones