. Esconderá sus vituallas en los bajos del sofá-cama, entre los hierros de la complicada armadura, metidas en bolsas de plástico por el olor, que además ayudará a ocultar el cigarrillo, pues Andrea se resigna a que fume donde no anda el niño. Por suerte, deolfatoandanmuymalsunueraylaasistenta. Se comprende: la vida milanesa mata los sentidos. De modo que, a partir de ahora, se desayunará como los hombres, con olores y sabores de verdad,