le apetecía jugar a algo. No, no le apetecía, tenía mucho sueño y se iba a dormir, prefería que apagara la luz. Ella dijo que la apagaría en cuanto se durmiera y Miguel cerró los ojos y empezó a fingir. Quería muchoalacriadaporquesolíaguardarleración doble de postre, y porque era una andaluza guapa y simpática y no una vieja huraña como las mujeres de la limpieza del internado. Todo estaba ocurriendo como él había previsto