de la gente, intentaba sentir su rumor acompasado o el vibrar intermitente de algunos pliegues de la ropa. El abuelo era el que respiraba con más fuerza: se le movía visiblemente todo el pecho y, en los momentos de silencio, Miguelpodíaoírelsonidodelairequeexpulsaba su nariz. En ocasiones probaba a respirar con rapidez varias veces, un, dos, tres, y después lenta, muy lentamente. Lo prefería así, despacio, despacio, como