puntos blancos, diminutas estrellas, descendiendo más allá del cristal oscuro. «Nieva», pensó. Los puntos crecían, se convertían en copos compactos. La sensación de profundidad percibida a través de la ventana hizo pensar a Julián en los pisapapeles transparentes que al girar sobresímismosdescargantormentasenpueblecitos indefensos. «Así estoy yo, encerrado en una bola de cristal, prisionero de esta casa, atrapado en el sillón, la chimenea, la presencia de Genoveva.»