niñero, aunque basta una sola ojeada del hombre, deteniendose sobre sus cuerpos, para que le miren de otra manera y compongan instintivamente su postura sentada o se lleven la mano a verificar el peinado. Pero casi siempre el viejo va pendiente del niño. Todoenélleasombra:losojitostranquilosoávidos, el manoteo incansable, la suavidad de la piel, los repentinos chillidos. Más prodigioso aún en esta tarde, su primera salida después de la enfermedad. ¡Qué pesadilla,