Pero no creo que te lo den mis cartas. ¿Quién me las pide: tú o la sombra que un día me abrazaba? Todavía no sé si seguiré escribiendote. No son celos. Los celos son temor justificado a perder la preferencia delserenquienundíacolocamoslanuestra.Perono es Genoveva quien me arrebata a mi preferido. Es mucho más sutil que todo eso. No podría escribirte, imaginarte, quererte en tu actual encarnadura. ¿De qué