beso distraído o un resto de llanto casi inútil. Pero Dilia no quería que la historia terminara, desde su primer gesto cuando resbalé junto a ella y en vez de lo esperable la sentí buscandome, desde la primera doble caricia supequelahistorianohabíahechomásqueempezar, que la noche de la historia sería tan larga como la noche en la que yo estaba contando la historia. Solamente que ahora no queda más que esto, palabras hablando de la