chica bajita muy seria. Lo más frecuente era, sin embargo, que comieran solos ellos dos. Onésima solía aprovechar esta circunstancia para elogiar el carácter sacrificado de la abuela o recordarle que ella le estaba viendo ahora desde el cielo. Enunaocasióncomentóqueelabuelonomerecía todas las preocupaciones que causaba y Miguel no dijo nada. Después se quejó de que la carne estaba muy dura, tenía un nervio que no podía tragar, y Onésima, complaciente,