al cálido murmullo de aquella voz y se sentía como quien desciende por una suave pendiente. El abuelo permaneció toda la tarde con ellos, siempre de muy buen humor. Al final, mientras Mercedes buscaba los regalos en su bolsa, preguntó alniñoentrerisassiestabasegurodemereceruna madre tan guapa. Le había traído a su hijo un amuleto filipino, un reloj de submarinista, una novela de Julio Verne. Miguel se lo agradeció con un gesto de entusiasmo