no la quería y que la devolviera a la tienda. Su madre le pidió que comprendiera, que no se comportara como un niño mal educado, y prometió volver pronto y traerle un loro cazado por ella misma en una selva americana. Aquellatarde,laúltima,semarchóantesdelo habitual para no perder el avión. A Miguel se le escapaban las lágrimas mientras la besaba. El abuelo le dio permiso para levantarse y salir al balcón a despedir