no le gritaba: se limitaba a mirarle con enojo y darle la espalda refunfuñando. El se detenía un instante y la miraba con fijeza, como diciendo ésta es mi casa. Después abría su bolsa blanca de deporte, la llenaba con las cosas quecogíaysemarchabasindecirnada. La primera vez se llevó seis botellas de su vino preferido, que era de un año de cosecha muy corta. Días después, cogió una radio y varios cacharros de