que su madre le iba a comprar. Sería tan bonito como Capitán Flint, el de La isla del tesoro, y aprendería a decir ¡doblones de a ocho! y a reír como el abuelo. No le cabía la menor duda de quesumadreseloibaaregalarlatardesiguiente, desoyendo por completo las amenazas de la abuela. Pero no ocurrió así y lo que Mercedes le regaló fue una imprenta de juguete, muy bonita y completa, sí