que, algunos días, el abuelo salía a la calle pocos minutos después de que Carmina lo hiciera para ir al mercado. Desde la ventana le veía seguirla, disimular mirando escaparates, mezclarse con la gente para pasar inadvertido, doblarcautelosolasesquinas.Unavez,presenció claramente cómo la muchacha le esperaba desafiante al lado del semáforo y cómo el abuelo pasaba de largo fingiendo no verla. Una noche, el niño sintió desde la cama los pasos vacilantes