. Según quienes vieron (porque yo no vi; para darme un resuello había bajado, por unos segundos, de la punta a la planta de los pies) como si fuera un resorte de aquella terrible contractura de pronto proyectó al embajador en un salto felino. A continuaciónpresenciamosunaescenadesordenada y penosa. Por un lado, el patetismo de las solícitas atenciones para socorrer a la soberana, para consolarla y recuperar para ella y también para el gran acto solemne