las flores. «¿Todavía insistes en intentar engañarme?», preguntó displicente, como quien alecciona a un niño. Onésima acostumbraba a entrar con frecuencia en el dormitorio para ver qué tal se portaba Miguel. Intentaba hacerse la simpática y le contaba chistes estúpidosolepreparabapasteldemanzana.Elniño no se lo agradecía ni con una sonrisa. Alguna vez incluso protestaba: siempre pastel de manzana para merendar, ¿es que no sabía hacer otra cosa? Ella