escribe. Sin gafas porque, como ha averiguado ya el viejo, se pasó a las lentillas. El viejo aprovecha para ir a sentarse junto a la cunita, cavilando. Al rato su hijo entra en el piso y apareceenlaalcobita,besaalniñoyseretiraasu cuarto para vestirse de casa. El viejo le sigue, acuciado por su obsesión, aun cuando evita entrar en ese dormitorio conyugal. Tiene que insistir, convencerles. Su