viejo hasta un teléfono desde donde consulta a sus superiores, sin que el viejo se atreva a echar a correr porque la huida le delataría y, además, la sangre perdida por su última herida le quitó fuerzas. «Me haré el tonto», decide mientras el guardia leretieneesperandouncochepatrulla.«Esfácil,los romanos estos nos creen bobos a todos los campesinos... Romanos, sí, aunque este guardia repita que es Milán, para confundirme y que cante... No me sacarán