Agus sonó extrañamente cercana. --¿Tú ves algo? --Hay que esperar un poco, hasta que se nos acostumbren los ojos. Al cabo de unos segundos dijo: --Dónde estás. Dame una mano y sigueme. Creo que ya empiezo a ver. Agusobedecióyseadentraronaúnmásenaquella estancia. Miguel iba palpando los objetos que encontraba a su paso y explicaba: «Esto puede ser un piano; esto, un gramófono; aquí hay ropa y una