y los dos niños permanecieron unos instantes mirando la oscuridad en silencio, sin decidirse a entrar. --¿Tienes miedo? --preguntó Agus en un susurro. --Qué voy a tener. Entremos. Avanzaron lentamente. Dentro de la Zona Deshabitada elaireerapesado,senotabaqueaquellahabitación no había sido ventilada en mucho tiempo. La voz de Agus sonó extrañamente cercana. --¿Tú ves algo? --Hay que esperar un poco, hasta que se