, aseguró la abuela, y las dos tías volvieron a sonreír. Miguel se cansó de que preguntaran tantas cosas y empezó a toser para que se marcharan. La más fea, mientras se despedía, señaló las dos estampas que había sobre la mesilla y comentó: «Cómosenotaquenoestátumarido».«Nosabes cuánto ha cambiado últimamente», replicó la abuela. A veces los pliegues de la manta parecían montañas. No, montañas no: dunas del desierto. Y cuando