él «en un descuido», aprendió idiomas; fue sucesivamente periodista, profesor en institutos particulares, traductor; practicó diversos deportes, en diversos clubes; conoció a muchas mujeres, que no le gustaron demasiado. Se decía: «Quién me manda», sin entender queloguiabaelimpulsodeunainmadurezporcierto anacrónica. En su ya largo camino, Olinden llegó a una región por la que anduvo tiempo atrás y que había olvidado: el estrecho mundo de