él mantuvo la norma de solicitar el desvestimiento, más bien por ceremonia que por vicio. Desde aquella noche él sabía lo irrepetible de un acto que consideró sublime; pero aún más le excitaba una culminación que desconfiaba de encontrar, bien por fatalismo, bien por intuición. Hubo de correreltiempoparaquesudeseovisualacabase revelandole lo que escondía, para intuir el pasadizo secreto que por fin fue capaz de encontrar y a cuyo término se hallaba el estremecimiento