segunda corazonada, que me provocó un vivo desagrado: «¿Gemelas?» Entonces, como si vislumbrara una sospecha y quisiera aclararla cuanto antes, me incorporé cautelosamente, para no ser oído, me deslicé al pasillo, pero al trasponer la puerta me pregunté si no me equivocaba,sinomeportabamalconDaniela.Me volví y susurré: --Ya vuelvo. Corrí por la galería en herradura, que rodea los palcos. En el preciso instante en