doble giro de la llave en la cerradura, vio cómo la puerta se abría y aparecía Viviana, pálida y ojerosa. «¡Viene directamente de la cama!», se dijo. Si en ese momento callaba, se portaría como unhipócrita.Congritosroncosydestempladosempezó un interrogatorio. La muchacha no negó nada. Al otro día, cuando él estaba por salir, Viviana le preguntó si no la quería más. Como ella había sido muy franca,