el planteo inevitable. ¿Qué razón me da para que le alarguemos la vida? Se consideró estúpido por no haber previsto la pregunta. Debía decir algo, improvisar, tirar a la suerte el tan ansiado suplemento de cincuenta años. Ahora deseaba que lo aceptaran, que el tratamiento empezaraesamañana. Sonó el teléfono. El médico atendió, giró con la silla, le dio la espalda y, encorvado sobre el aparato, mantuvo una larga conversación. A Olinden le llegaban