vuelta en la ciudad conocida, aún más perdido que antes y ofuscado, pero en la alucinación de una huida circular. No hallaba descanso ni tiempo de ordenar la corriente de contradicciones que avanzaba o retrocedía en el flujo descoyuntado de sus imágenes. No hallaba descanso pero sí comenzaba aadvertirsíntomasdeagotamientoypérdidas mentales de apenas unos segundos de duración, o al menos así creía que se producían. ¿Era así? Trataba de medirlas por la distancia recorrida entre