carta de naturaleza entre sus cuatro paredes que la usura del tiempo, adherido a ellas cual si los olores de las sopas y guisos lo viniesen fijando al expandirse cada día. Al principio cruzaba algún comentario con el camarero, mas dejó de hacerlo porque enlasrespuestasdeésteadvertíaundespegoteñido por igual de suficiencia y temor. Los comentarios sobre la situación no podían ser otros que los habituales de bienvenida o despedida, más extenso este último por la costumbre del