y el tacto se perdía en el fondo de su memoria pero cuya sensación le devolvía, como un eco, la fuerza del deseo, la pasión abismal). --¿Y qué podría haber hecho, si ya tenía el cuello entre mis manos?-- Varias veces esta pregunta acudió,enlasúltimashoras,interrumpiendo su estupor o el curso de sus pensamientos. Ahora acude, además, la que la sucede, la terrorífica: Por qué no se aflojaron las manos. Siente fobia a la