¡Venga, Cristóforo, sujetale mejor! ¡Que no se moje el pobrecito!» Hortensia, advertida por el susurro, se vuelve a mirar al viejo, extrañada de verle mover los labios en una oración. Pero dura poco y él vuelve a su silencio, impresionadoahoraporlasensacióndequedebería recordar algo. ¿Qué podrá ser? Al cerrar los ojos para evocarlo mejor -seguramente es algo de hace muchos años- le parece volver