a Andrea, que le prestó un grueso libro, recomendandole mucho su cuidadoso manejo. -Es un libro de arte, papá; no debe abrirlo nunca más de noventa grados. Quiero decir: así. Lleno de etruscos estaba el libro, ciertamente, peronoleimpresionaron.Erancomolosculosytetas del quiosco: mentiras de papel. «Esta gente, con tanto libro, confunde las estampas con las cosas.» Por eso le ilusiona poder ahora ver etruscos