. La acompañó hasta la puerta, la besó, le pidió que no volviera tarde y no entró hasta que la perdió de vista. Un rato después, cuando estaba por salir, oyó el timbre. Recogió un cuaderno de apuntes, que probablemente Valeriahabíaolvidado,empezóamurmurar «De todo te olvidas, ¡cabeza de novia!», abrió la puerta y se encontró con sus discípulos Gerardi y Lohner. --Venimos a verlo --anunció Lohner.