de Javier. En la pared había un calendario. Y eso era todo: la cama, la mesa, la silla y el calendario con muchos días tachados. «Los días de la enfermedad probablemente», diría más tarde Poli, cuando ya caminaban calle adelante. Alprincipiomarchabanensilencio.Encuantosealejaron un poco, David se detuvo, miró hacia atrás, hacia la miserable fila de casas de un piso, la calle silenciosa, sin tiendas, sin habitantes.