Al -abrir sorprende al viejo con el dedo en el aire hacia el timbre, en una cómica postura de película cortada que les hace reír. Gracias a ello disimula mejor Hortensia su tristeza, porque el viejo ha dado un bajón en esos días. Siguiendole hacia la salitareparaenloshombroscaídosylospantalones fláccidos, vacíos de carnes. Aunque al menos la gallardía se sostiene y la cabeza erguida no ha claudicado. «¿Y Simonetta?», piensa la mujer... Pero ahora se